*I wrote this article for the Spring 2010 issue of Minero Magazine (Bilingual) at UTEP. I was Assistant Editor as well.
Todo empezó con un visita al dentista.
Despúes de una cirugía en la que le extrajeron las muelas del juicio, Joe Velarde salió con una receta para un medicamento del que no tardó en hacerse adicto: la vicodina.
“Me encontré a mí mismo tomándome y tomándome estas pastillas”, dice Joe Velarde, graduado de UTEP en Comunicación y Creación Literaria. “Simplemente disfrutaba la sensación. Era como con ninguna otra droga”.
Joe llegó a gastar hasta 200 dólares a la semana para consumir un promedio de nueve pastillas por día y mantener una creciente adicción alimentada por poblemas personales, estrés y sobrecarga de trabajo. Las pastillas eran su evasión.
“No me podía despertar en la mañana sin tomarme las pastillas”, dice Joe. “No quería, tenía miedo de los sintómas de abstinencia”.
En el verano del 2008, Joe llegó a su peor momento. “Un muy buen amigo murió de sobredosis. Encontraron todo tipo de pastillas en su cuerpo”, recuerda Joe. “Estaba ultra deprimido, en ese punto me sentía muy solo, me di cuenta que estaba perdiendo contacto”.
De acuerdo a estadísticas más recientes del National Institute of Drug Abuse cerca de 48 millones de personas (mayores de 12 años) han usado drogas médicas o narcóticos por razones no vinculadas a problemas de salud. Esto representa aproximadamente el 20 por ciento de la población estadounidense.
En un sondeo hecho en 2004, el mismo instituto encontró que 9.3 por ciento de los jovenes en el grado terminal de la preparatoria habían consumido vicodina sin receta médica, mientras que un 5 por ciento reportó usar oxicodona, lo que colocó ambas drogas de prescripción más utilizadas entre los adolescentes.
Diana Apodaca, vocera de la Agencia Federal Antidrogas en El Paso (DEA), dice que el consumo ilegal de narcóticos es una tendencia creciente. Para combatir el problema, la DEA no sólo se ha encargado de educar al público sino también ha creado equipos especiales para combatir la distribución ilegal de narcóticos.
Hay varias manera de conseguir narcóticos, pero las más comunes son tres: a través de amigos y familiares: por lo que es conocido como doctor shopping, cuando la persona va con doctores diferentes fingiendo un problema de salud para conseguir la receta y finalmente, las farmacias que ilegalmente operan via el Internet.
Joe intentó conseguir pastillas vía Internet, pero le resultó imposible a pesar de que parecía algo fácil de hacer. También intentó hacer doctor shopping con dos médicos diferentes, pero sólo consiguió drogas no narcóticas . Encontró la solución entre la gente con la que convivía. “Era tan fácil como preguntar,” dice Joe. “De hecho creo que es la droga que he conseguido de manera más fácil. Después de un tiempo estaba en todos lados”.
Los opioides, analgésicos para el dolor, son los narcóticos más abusados. El Departamento de Salud de los Estados Unidos reporto casi 180 millones de recetas de medicinas que continenen opioides. Primero esta la hidrocodina (vicodina), utilizada para la tos y como analgésico para aliviar dolor moderado e intenso. Otro opioide que es consumido es la oxicodona, que también se utiliza para aliviar dolor.
“Los opioides son depresores. Tienen un efecto suave, pero te hacen viajar… sientes tu como en letargo. Incrementa los niveles de dopamina en el cerebro y eso te aletarga”, dice Ricardo López, consejero de la clinica de pacientes externos del centro de rehabilitación Aliviane. “Como sea que la persona comienza su adicción, es progresiva, una adicción siempre es progresiva, no va a mejorar, solo va a empeorar”.
López explica que este tipo de adicción por lo general evoluciona de algo físico a algo mental. Comienza con algún dolor del cuerpo pero luego la mente interviene cuando el cuerpo crea una tolerancia. “Se va a desarrollar”, dice López. “Si tengo dolor en mi rodilla y empiezo a tomar vicodina, primero va a ser por el dolor, después de un tiempo voy a tomar más y más hasta convertirse en algo psicológico”.
Joe sabe lo que siente una persona cuando no ha consumido drogas. “El sentimiento cuando una persona se queda sin pastillas es espantoso”.
Los otros dos tipos de narcóticos que son comúnmente abusadas son depresivos y estimulantes. Depresivos normalmente son recetados para problemas de ansiedad, pánico, insomnio y estrés. Entre los más usados se encuentran el Xanax y Valium, que van a relajar y tranquilizar a la persona. Los estimulantes son recetados para tratar déficit de atención y narcolepsia. Abusar de estimulantes como Ritalin y Adderall provocan que la persona este más activa de lo normal.
Los medicamentos para la tos o gripe que pueden ser comprados sin receta médica también están siendo abusados por miles de adolescentes de secundaria y preparatoria. En su mayoría esos fármacos contienen dextrometorfano que puede causar alucinaciones. López comenta que los adolescentes están organizando lo que se llama pharm parties, en las cuales cada persona lleva un medicamento y todos son colocados en un tazón. Después cada uno se toma lo que agarre del tazón.
“Los estudiantes universitarios toman Ritalin para enfocarse en sus clases, mantenerse despiertos toda la noche para estudiar para los examenes y querer aprender todo en un momento”, dice Pamela Flores, consejera practicante de Aliviane.
López dice a los pacientes primero hay que ayudarlos a entender porque su adicción es algo que tienen que sobrellevar, “Tenemos que poner las consequencias junto al problema del abuso y ellos tienen que conectar los puntos”.
Después de meses y meses de estar bajo el constante efecto de las pastillas, Joe decidió que no iría a un centro de rehabilitación, pero al mismo tiempo, aceptó que tenía que confrontar su problema por retomar el rumbo de su vida. “Estaba viviendo una mentira. Estaba engañando a mucha gente, incluyendo a mí mismo”, dice.
El proceso no ha sido nada fácil ya que es una constante lucha contra el deseo de querer tomar una pastilla.
“La pesadilla no era tanta cuando estaba drogado. La pesadilla es ahora”, dice Joe, quien ahora tiene que lidiar con los efectos de la abstinencia, como son cólicos, problemas intestinales, noches de insomnio, depresión, ansiedad y paranoia.
Ya son aproximadamente ocho meses de sobriedad, pero Joe no sabe cuánto tiempo más durarán los efectos, aunque sabe que tiene que lidiar con ellos día a día. Sus padres, su novia y muchos conocidos que pasan por el mismo problema lo han ayudado a sobrellevar su adicción, pero Joe dice que hay otro factor sumamente importante. “Lo que me ha mantenido alejado de las pastillas es mi creatividad”, dice Joe.
Joe reconoce que su adicción a las drogas le causó algo mucho más importante que la pérdida de dinero.
“Deje de escribir para cualquier tipo de periodico. Solía tener un gran pasión por el periodismo y la perdí”, dice Joe. “Aún la tengo y a veces pienso que perdí grandes oportunidades”.
Hoy Joe dice estar agradecido por tener la oportunidad de seguir adelante con su vida, pero sabe que la sombra de su adicción lo seguirá siempre.
“Desafortunadamente el antojó nunca desaparece”.
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